Dentro de las tipologías estructurales más habituales en la construcción típica de las regiones más industrializadas, cabe destacar las ejecutadas con hormigón armado. El amplio uso de este tipo de estructuras viene motivado fundamentalmente por un coste de ejecución razonable, y principalmente, por las grandes ventajas que presentan frente a otras tipologías estructurales, en cuanto a su rigidez y comportamiento óptimo, frente al fuego y a los agentes atmosféricos.
Pese a esto, estas estructuras pueden sufrir una serie de patologías, por diversas causas, que van a requerir en muchas ocasiones de unos trabajos de reparación y refuerzo del hormigón. El objetivo es poder resistir las solicitaciones a las que se van a ver sometido, tanto por la magnitud de estas como por su duración en el tiempo.
El primer trabajo dentro de la actuación de una estructura siempre será la reparación del hormigón, puesto que para aplicar cualquier tipo de refuerzo estructural posterior, primero debemos de disponer de un soporte sano y resistente.
Las reparaciones estructurales se suelen hacer con morteros técnicos, o inyecciones de mortero o de resinas especiales.
Cuando hablamos de un refuerzo estructural podemos clasificarlos, por su modo de trabajo, en dos grandes grupos:
Refuerzo paralelo
El refuerzo paralelo es aquél que absorbe parcial o totalmente las cargas que recibía el elemento original. En este caso no es necesario que el refuerzo aportado y el elemento existente trabajen como un todo. Lo que se debe garantizar es la entrega correcta de las cargas entre los elementos. Para ello hay que eliminar las holguras mediante un retacado con morteros especiales sin retracción.
Cuando aplicamos este tipo de refuerzos estructurales podemos despreciar la contribución estructural del elemento original, ya que lo consideramos como un simple transmisor de la carga. Esto es válido cuando desconocemos o despreciamos la resistencia de la estructura existente.
El uso más habitual de este tipo de refuerzos es en los forjados con aluminosis o en los forjados de madera en mal estado, donde se desprecia a largo plazo la contribución de los mismos. También es indicada esta tipología cuando se prevén sobrecargas muy elevadas, considerando despreciable la capacidad portante del forjado.
Este tipo de refuerzos de estructura se resuelven comúnmente con estructuras metálicas o secciones mixtas a base de chapa de acero y morteros de alta resistencia. El problema principal que presenta esta tipología es que se requieren secciones importantes y por lo tanto el refuerzo va en detrimento de la altura libre.
Refuerzo colaborante
El refuerzo colaborante, por el contrario, forma una sección nueva trabajando solidariamente con el elemento original. Para ello se suele aportar acero a tracción, bien mediante adición de barras corrugadas y recrecido de la sección o bien mediante la adhesión de pletinas de acero u otros materiales compuestos. En este caso, la transmisión de esfuerzos se consigue mediante una conexión mecánica o adhesión química (aplicación de resinas epoxi fundamentalmente).
En LEMARA RESTAURACIONES tenemos una amplia experiencia en la ejecución de ambos tipos de refuerzo, aunque nos hemos especializado en la aplicación de morteros técnicos, inyecciones estructurales y ejecución de refuerzos estructurales con fibra de carbono, dando así respuesta a la creciente demanda del mercado que requiere cada vez de soluciones más técnicas y precisas.