Cuando hablamos de un refuerzo estructural podemos clasificarlos, por su modo de trabajo, en dos grandes grupos:
- Refuerzo estructural paralelo
- Refuerzo estructural colaborante
El refuerzo de estructuras paralelo
Es aquél que absorbe parcial o totalmente las cargas que recibía el elemento original. En este caso no es necesario que el refuerzo aportado y el elemento existente trabajen como un todo. Lo que se debe garantizar es la entrega correcta de las cargas entre los elementos.
Para ello hay que eliminar las holguras mediante un retacado con morteros especiales sin retracción.
Cuando aplicamos este tipo de refuerzos podemos despreciar la contribución estructural del elemento original, ya que lo consideramos como un simple transmisor de la carga. Esto es válido cuando desconocemos o despreciamos la resistencia de la estructura existente.
El uso más habitual de este tipo de refuerzos estructurales es en los forjados con aluminosis, o en los forjados de madera en mal estado, donde se desprecia a largo plazo la contribución de los mismos. También es indicada esta tipología, cuando se prevén sobrecargas muy elevadas, considerando despreciable la capacidad portante del forjado. Este tipo de refuerzos se resuelven comúnmente con estructuras metálicas, o secciones mixtas a base de chapa de acero y morteros de alta resistencia.
El problema principal que presenta esta tipología es que se requieren secciones importantes, y por lo tanto, el refuerzo va en detrimento de la altura libre.
Refuerzo de estructuras colaborante
El refuerzo colaborante, por el contrario, forma una sección nueva trabajando solidariamente con el elemento original. Para ello se suele aportar cuantía de acero a tracción, bien mediante adición de barras corrugadas y recrecido de la sección, o bien mediante la adhesión de pletinas de acero u otros materiales compuestos.
En este caso, la transmisión de esfuerzos se consigue mediante una conexión mecánica o adhesión química (aplicación de resinas epoxi fundamentalmente). Dentro de este tipo de refuerzos, también se encuentra el que se realiza con fibra de carbono.
Para la correcta ejecución de un refuerzo estructural, debemos plantearnos antes una serie de cuestiones que nos van a definir el tipo de solución a emplear, así como los procedimientos a seguir.
Es necesario siempre la redacción de un proyecto, debido a que son trabajos que comprometen la seguridad y la estabilidad de los edificios. En el proyecto, se debe definir si es necesario una reparación previa y el tipo de refuerzo, así como la protección posterior del propio hormigón o del refuerzo.
El proceso correcto para la buena definición del proyecto, y por ende, del refuerzo estructural sería el siguiente:
- Recabar toda la información: siempre que sea posible, es muy conveniente estudiar el proyecto de la estructura, procesos de ejecución… y toda aquella información que dispongamos, como por ejemplo, un historial de reparaciones anteriores realizadas.
- Inspección visual inicial: se examinan los desperfectos visibles para evaluar el estado inicial de la estructura, y tener una primera idea de las patologías y sus causas.
- Programación de ensayos: se deben realizar una serie de ensayos para conocer en más profundidad el estado de la estructura, más allá de lo que se puede observar a simple vista
- Diagnóstico: debemos conocer qué le está pasando a nuestra estructura y por qué, además de establecer cuáles van a ser las nuevas solicitaciones a las que se va a ver sometida.
- Solución: finalmente, se definirá si es necesaria sólo la reparación, o bien se requiere un refuerzo estructural además de establecer el tipo de protección adecuado para el hormigón o incluso para el propio refuerzo.