Cuando hablamos de recrecido, en el sector de la construcción, nos referimos principalmente a:
- Aumento del nivel o cota de un elemento superficial (terreno, solera, pavimento, forjado…)
- Aumento de la sección de un elemento (pilar, viga, muro…)
En el primer caso, los recrecidos pueden tener una función simplemente de relleno y nivelación, entre otras, o bien estructural. En el segundo caso la función es siempre estructural.
Los materiales para la ejecución de los recrecidos pueden ser morteros, hormigones en masa o armados, o materiales sueltos, en función de las necesidades.
Recrecidos no estructurales
Aunque la función principal del recrecido de un forjado suele ser conseguir planimetría y absorber los desniveles del mismo, podemos encontrar otros requerimientos en función de las obras:
- Desolidarización: en este caso nuestro recrecido no se “une” al soporte resistente, sino que flota sobre éste, de modo que se evita la transmisión de las deformaciones de la estructura al pavimento, mejorando la durabilidad del mismo.
- Aislamiento térmico y/o acústico.
- Conducción térmica: el uso más habitual es el del suelo radiante.
- Albergar instalaciones: en ciertas ocasiones se proyecta el paso de instalaciones por el propio suelo, de modo que nuestro recrecido tiene la función de fijarlas y protegerlas.
Los materiales más habituales a utilizar suelen ser:
Lecho de arena:
Aunque no se considera en sí un recrecido, se suele colocar como elemento de pre-nivelación.
Mortero de cemento:
Puede ser mortero de planta o bien predosificado. Este material presenta bastante fisuración y una planimetría media, de modo que está solo indicado para la posterior colocación de pavimentos cerámicos que se podrán nivelar con la pasta de agarre. Su ejecución es manual, por lo que no es recomendado para grandes superficies. En cambio, al poder darle cierta inclinación, nos es muy útil para la formación de pendientes.
Morteros autonivelantes:
En este caso, el material suele distribuirse desde planta y se aplica mediante bombeo, lo cual nos permite obtener grandes rendimientos. Los autonivelantes presentan una planimetría elevada, de modo que nos permiten obtener superficies donde se pueden colocar directamente pavimentos laminados (aunque no es recomendable aplicarlos directamente) o de madera, o bien pavimentos cerámicos con poco espesor de material de agarre (colas). En el mercado podemos encontrar los autonivelantes de cemento, o bien de anhidrita, siendo este segundo de mayor calidad, y sin fisuración.
Morteros autonivelantes de capa fina:
Estos morteros son de muy alta calidad y se aplican en pocos espesores, normalmente para la posterior ejecución de un pavimento continuo (de resinas, de microcemento) o de madera. Estos productos no presentan fisuración, y aunque su precio unitario es más elevado, se pueden ejecutar en espesores desde 3 mm.
Es muy importante considerar el peso propio de cualquier recrecido para saber la carga que va a transmitir al forjado, teniendo en cuenta que esto mermará la capacidad portante del mismo.
Recrecidos estructurales
La función, en este caso, es al aumento de sección para el refuerzo de un elemento como un pilar o una viga, o incluso la capa de compresión de un forjado. También entran en esta clasificación los recrecido de morteros de alta resistencia (como por ejemplo los morteros epoxi) para capas de rodadura. Consulta nuestra sección de mortero impermeabilizante.
La forma de trabajo es la misma que la del elemento a reforzar, de modo que se deberá calcular en este sentido, colocando la cuantía de acero que corresponda en cada caso.
Los recrecidos estructurales más habituales son:
Recrecido de pilar:
Se coloca una armadura perimetral al pilar original, se encofra y se rellena con un hormigón fluido o con un microhormigón (grout con árido)
Recrecido de vigas o forjados:
Se arma la zona superior (o no, en función del cálculo) y posteriormente se hormigona, en este caso, con un hormigón normal, a no ser que el recrecido sea de poco espesor, en cuyo caso se debería estudiar el material a emplear